Rutina…
Todos los días, llueva o truene, voy a mi trabajo.
Alterno el tipo de transporte en mis trayectos para no caer en la rutina. Un día en coche, otro día en bicicleta, en metro, en autobús, andando… Pero casi siempre vuelvo en metro, cuya parada está a 15 minutos a pie, ya que su trayecto es directo.
Un día decidí volver a casa, por no sé qué razón, yendo a otra estación de metro ubicada en el otro extremo.
Nada más torcer la esquina de mi lugar de trabajo, entrando en una amplia avenida que raramente frecuento por no estar ubicada entre mi casa y mi trabajo, a tan solo 3 minutos, una parada de bus urbano apareció en mi camino… por no sé qué razón, pregunté si había un bus que me pudiera acercar a la estación de metro objetivo…. Cuál fue mi sorpresa cuando me dijeron que dicha línea de bus me llevaría directamente a mi zona residencial, a mi casa, ya que el bus hacía un cambio de sentido dos calles más allá…
Después de tantos años estudiando alternativas para mis itinerarios y medios de transporte con el fin de amenizar, y hacer más provechoso el tiempo dedicado a mis obligados desplazamientos, descubrí , por no sé qué razón, que había otra manera de volver a casa, en un lugar que racionalmente no parecía idóneo para mi trayecto de vuelta ya que estaba ubicado a lo opuesto de mi destino.
He aprendido una vez más que por mucho que queramos romper con las rutinas, si nos descuidamos un poco se vuelven a instalar automáticamente, forman parte de nuestra estructura mental limitadora. La rutina se instala en el preciso momento en que nos conformamos o pensamos que ya no podemos mejorar lo mejorado.
He aprendido una vez más, que escuchar a «por no sé qué razón», nos lleva, a veces perdidos, al lugar que queremos llegar… a nuestro corazón.
Alain Tello Robledo