Querido/a deportista,…
A mis 55 años (1961), después de haber descubierto y vivido el deporte en todas sus dimensiones desde corta edad, practicando deportes de intensidad, de resistencia, lúdico, competitivo, cinturón negro de kárate compitiendo en Francia y en España, entrenando en EE-UU, titular equipo de balonmano, fitness en sala, tenis, ping pong, patinaje de fondo, esquí de pista y de fondo, deportes de aventura, alta montaña…
Entiendo tus motivaciones, pero ten cuidado. Los deportes de competición engrandecen, sin que te des cuenta tu ego en mayor o menor medida, buscando la aprobación de los demás para sentirte bien, sentirte amado y querido…
El ser humano es por defecto un animal social que busca integrarse en el grupo.
Para sufrir los efectos negativos camuflados del «espíritu competitivo», no es obligatorio estar federado y mesurar tus proezas delante de las gradas de un estadio, repletas de un público a conquistar. Cada vez que salgas con tus amigos a practicar una actividad física, se pondrá en marcha, en mayor o menor medida, el mecanismo primitivo del ego. Obsérvate amablemente y lo veras… El hecho de ser consciente de ello, te alejará de la auto manipulación destructiva a largo plazo.
Cuanto más entrenes tu ego, menos disfrutarás a solas de tu existencia. Recuerda que nacemos solos y nos vamos solos. Estar en paz contigo mismo, hará que tus relaciones con los demás seres sean sinceras y plenas.
¿Te has preguntado seriamente y en profundidad porqué practicas deporte?
El deporte de hoy en día, se utiliza inconscientemente para paliar el estrés, los miedos e inquietudes… Y cada vez más, promovido por la lucidez de nuestros gobernantes mundiales y «hombres del poder en la sombra».
Es tal la inquietud y el «auto desconocimiento» que reina en estos tiempos, que las personas, para alejarse del estrés, destruyen sus rodillas y lumbares… a golpe de antiinflamatorios, analgésicos y suplementos energéticos.
¿Cómo estarás dentro de unas décadas, después de que el cirujano te haya cambiado tus rótulas y meniscos? ¿Cómo te sentirás por las mañanas al tener que enfundarte tu faja o corsé para sostener tus lumbares? Vivirás en el pasado, recordando tus proezas, y dejando pasar el milagro de la vida que se manifiesta al otro lado de la ventana. Te sentirás solo/a, por no saber quién eres y dónde estás… Posiblemente, obtendrás consuelo en la comida y bebida, esforzando así tu metabolismo por dentro …
Amigo/a deportista, fíjate y veras que la inercia social ha distorsionado sin darse cuenta la práctica de técnicas milenarias… Hasta el yoga, se convierte en muchas ocasiones en una actividad de grandes proezas, apto para jóvenes «flexibles», escondiendo un ego detrás de una espiritualidad superficial… Pero envuelto por buenas intenciones.
Personalmente, dejé las artes marciales, cuando las federaciones estaban más interesadas en la competición para alcanzar logros y medallas, con el fin de financiarse. Abandonaron la parte artística y espiritual de la práctica trascendental, condicionado por requerimientos comerciales…
Amigo/a joven deportista, la actividad que no puedas ejercer cuando hayan pasado muchos años, no es la actividad que te interesa practicar obsesionadamente. La esperanza de vida se ha disparado, y más se disparará, y tu entrenamiento conviene que se adapte a este regalo de la vida para la humanidad.
Querido deportista, recuerda que la vida es movimiento y no movimiento, practica de la misma manera tu propia actividad física, emocional y espiritual.
Para estar en forma casi sin esfuerzos, convierte tu estilo de vida en tu plan de entrenamiento trascendental. Que tu esencia sea tu entrenador. Que el mundo sea tu gimnasio. Que tu meta sea vivir en paz en armonía con el Universo.
¡Eres único/a!
¡El mundo te necesita tal como eres!
¡No seas un clon!
Un abrazo,
Alain Tello Robledo